Este fin de semana ha estado cargado de sonrisas, emociones y buenos momentos. Una de mis mejores amigas se casaba y como nos prometimos hace muchos años, cuando todo esto del matrimonio nos quedaba muy lejano a las dos, cumplí mi promesa y fuí de rojo.
Intenté encontrar el vestido perfecto, pero fue imposible y al final me lo hicieron. Largo, con el pecho drapeado y aunque en las fotos no se puede observar, con muchísimo movimiento.
Como complementos llevé mis zapatos y bolso en gris plata, pendientes de plata vieja y corales y abanico de colección.
Todo fue perfecto, la novia iba espectacular y como sorpresa, cuando tiró el ramo ¡lo cogí yo! Me encantó ese momento, nunca le había dado importancia pero cuando lo vi en mis manos, me emocioné un montón. El ramo de mi mejor amiga se vino a casa conmigo 🙂 Muy especial.